jueves, 4 de mayo de 2023

BRM 400 Astorga-Bragança

 Ya no suelo hacer entradas en el blog porque, sinceramente, no creo que ya tenga muchas cosas que aportar al haber tantísima información por todos los sitios sobre rutas y aventuras de bici, pero este Brevet, que ofrecía un recorrido inédito por el interior del noroeste peninsular, bien merece sentarse un rato y dedicarle una crónica. Además tuve momentos de debilidad que me gustaría poner negro sobre blanco, para tenerlos presentes y evitar en lo posible caer en los mismos errores.

 

Los organizadores son Astorga Randonneurs con Salva Pal a la cabeza, que aunque no estuvo de manera presencial ya que está haciendo la vuelta a la Península, estuvo en todo momento animando y pendiente de todos sus niñ@s. 

Un brevet espectacular que iba recorriendo las provincias de León, la comarca de Sanabria en Zamora,  Trás-os-Montes y el Parque Natural del Duero. 

Nos dimos cita la víspera sobre las 20.30 h en el Bar Oasis para recoger los cartones y así poder acelerar la salida al día siguiente. Siguiendo la recomendación de los organizadores, aprovechamos para cenar una hamburguesa allí y así poder ir a la cama directamente. 

6:00 am- La salida estaba prevista a las 6.00 am en el Bar Oasis y desde allí salimos unos veinte participantes dirección Astorga siguiendo el Camino de Santiago :-). 

Conseguí ir con el grueso del grupo durante un buen rato, pero los primeros 18 km iban picando hacia arriba y supe que yo no iba a ser capaz de aguantar mucho más tiempo ese ritmo. Además, tuve que parar para atender necesidades ineludibles que frustraron definitivamente las pocas posibilidades de reengancharme al grupo. 


De los veinte participantes quedamos descolgados Iñi y yo y cuatro unidades más que venían por detrás. Una vez amanecido y mucho más a gusto, empecé a disfrutar del paisaje, de la tranquilidad de la LE133 y de un terreno bastante fácil rumbo a la Puebla de Sanabria en dónde teníamos pensado parar para desayunar (Km 95 aprox.).

Aquí coincidimos con Jorge un randonneur que parecía sacado de 1930, ¡un grande!


10:00 am- Llegamos a la preciosa Puebla de Sanabria cruzando el río Tera y dándonos la bienvenida el fabuloso Castillo-fortaleza de los Condes de Benavente.

Aprovechamos para reponer energía porque a partir de aquí nos internamos en un terreno de marcado carácter montañoso. 

Aquí llega Pepe, un Randonneur de Zamora de "pata negra", de los que se toman su tiempo y saben medir sus fuerzas perfectamente. Nos cuenta que hizo la LEL el año pasado. ¡Otro grande!. 

El paisaje es fantástico en esta época del año, el brezo, el tojo y la retama pintan de rosa y amarillo los montes a nuestro paso. Una pena que no tenga foto de esta zona. En un continuo sube y baja llegamos a la frontera con Portugal en dirección a Bragança dónde se encuentra nuestro primer control (Km 134). Rodamos a través del Parque Natural de Montesinho que es un regalo para los sentidos, la floración está aquí en pleno apogeo y además del brezo se puede ver mucha jara completamente florecida. 




12:30 pm- Llegamos a Bragança, cuna de reyes de Portugal, y atravesamos toda la ciudad cuesta arriba buscando un sitio en el que podamos sellar. Finalmente encontramos un Pub dónde nos tomamos unas coca-colas, aquí íbamos con Jorge, y proseguimos ruta sin detenernos demasiado tiempo. El casco histórico queda pendiente, cualquiera osa introducirse por ahí en un 400.

El terreno ya no da tregua, es un "rompepiernas" constante aunque todavía los repechos no se hacen demasiado pesados. 

14:30- Paramos en Izeda para comer algo. Llevamos ya 180 km y la cosa se empieza a poner interesante. Nos esperan subidas de unos 6km aprox. a una media del 4 %. En condiciones normales suena bien, pero en un 400 esas subidas acabarán pasando factura. 

Comimos estupendamente en el Restaurante A Regada, el dueño nos recomendó el cocido, que era el plato del día, así que no nos pudimos resistir. Al principio tuve mis dudas, pero he decir que me sentó de maravilla y que me dio fuelle para afrontar los km que teníamos por delante. 


Desde Izeda, descendemos hasta llegar al río Sabor para tener que recuperar lo que habíamos perdido. A partir de aquí empezamos a subir una suerte de puertos (no los puedo llamar así porque en realidad no lo son) pero son las subidas a las que me refería anteriormente que ya no podemos calificarlas de meros repechos. De esta manera nos adentramos en la zona del Parque Natural del Douro/Duero hasta llegar a la preciosa localidad de Miranda do Douro. 

El calor y el desnivel ya hacen mella, pero todavía queda mucha tela que cortar. 

17:15- Llegamos a Miranda do Douro Km 235, segundo punto de control. Paramos en la Pousada de Santa Catarina (Las Pousadas son como los Paradores de Portugal). Pregunto en recepción si me pueden sellar, y me dicen que sin ningún problema. ¡Mira que son majos los portugueses! 

Nos tomamos una coca-cola en la espectacular terraza con vistas al Douro. Vemos perfectamente la carretera por donde vamos a descender y luego la subida que tenemos por delante ¡Madre Mía! :-)

Después de la pronunciada bajada por la N218, nos disponemos a remontar el Douro, ya Duero, puesto que cruzamos la frontera de vuelta a España. 
Son otros 6 km aprox. de los cuales el primero es el más duro, luego va suavizando, pero ya llevamos 250 Km en las patas y hemos acumulado la mayoría del desnivel de toda la ruta.




Una vez superada la subida, hay que volver a cruzar el río. La ruta inicial, cruzaba el Duero por el Puente Requejo, un precioso viaducto que supera los Arribes, pero está cerrado por obras, lo que obligó a cambiar la ruta y añadir unos kilometrillos más. 
Seguimos por la ZA324 para cruzar el río por el Salto de Villalcampo y por supuesto, tuvimos que volver a superar otra subidita de otros 6 km.
Me animo al pensar que es la última subida larga y que a partir de aquí el terreno va a suavizar bastante, pero la realidad será que se me va a atragantar todo este tramo hasta llegar al siguiente control.





20:30- Llegamos a Pino de Oro (Km 275). Me dice Iñigo que según Salva, a partir de aquí es bastante llano, noticia que recibo gustosa, y continuamos dirección Fonfría (aquí fui que rescatar a Iñigo durante la CARSAN de 2020 por causa de una avería que le obligó a abandonar la prueba) 



Después de unos 3 km por la nacional, giramos a la derecha para volver a incorporarnos en una tranquila carretera con un firme bastante deteriorado que hace que se agarre la bici. Aquí debería haber comido algo, pero como parezco nueva, siempre pienso que voy bien hasta que me llega la pájara. NO ESCARMIENTO, es increíble que siempre cometa los mismos errores con la alimentación. En el Km 290 justo en el puente que cruza el Esla, le digo a Iñi que tengo que parar un rato, que estoy un poco mareada. Me tomé un gel que me dio alas y pensé, a ver lo que me dura el subidón. 


Aprovechamos la parada para encender luces y ponernos chalecos reflectantes y con sabia nueva, afrontar los km restantes hasta la deseada Tábara en el Km 315 (lugar del último control antes de llegar a meta).
La noche se iba echando encima y a lo lejos se podían ver algunas cortinas de precipitación que por suerte, no descargaron nada a nuestro paso. 
Nunca 25 km se me han hecho tan largos, Tábara, la deseada, no llegaba nunca. Si bien era cierto que el terreno era predominantemente llano, tenía algunos repechos endiablados que a veces marcaban entre el 8 y el 10%. 
La verdad es que necesitaba comer algo en condiciones y empezamos a temernos de que en Tábara no hubiera nada abierto para cuando llegáramos, ya que estábamos tardando más de lo previsto. Iba con la reserva puesta y no daba más de sí. 

23:30- Tábara Km. 320 (5 km más de lo previsto). Por suerte, había un par de sitios abiertos y en uno de ellos, la dueña de lo más amable, nos dijo que nos preparaba un bocadillo sin problema. ¡Un cielo de mujer!
Cargué bien los depósitos para afrontar los últimos 90 Km. Los primeros 30 fui a rueda de Iñi sin problemas, pero después me empezó a dar otro bajonazo por causa sobre todo del esfuerzo extra que hay que hacer de noche. 
Tengo sentimientos encontrados con la noche, por un lado me fascina poder disfrutar de esa oscuridad, de las estrellas, de los pájaros nocturnos que entonan melodías que me recuerdan al mito de las "sirenas de Ulises", ya que esa tranquilidad puede tornarse en un buen susto.
A Iñigo casi se le mete en la rueda una especie de zorrillo y a mi me salió un jabalí, sin ningún riesgo de choque, pero que me dio un buen susto. 
Como alma en pena y con algunos momentos de debilidad mental, encaré el regreso a San Justo de la Vega después de mi "Guerra de Troya" particular y con la ayuda de mi fiel marinero que no dejó de animarme ni un solo instante. 

5:15 - ¡Por fin! Tardamos mucho más de lo que habíamos previsto, pero lo logré a pesar de los momentos de debilidad. 
Todos los participantes terminamos la prueba sanos y salvos y sin ningún percance. 



EPÍLOGO
Unas horas más tarde, nos levantamos y fuimos a Astorga para celebrar lo conseguido con un delicioso Cocido Maragato en Casa Maragata I. 


Después de comer, aún quedaban ganas de dar una vuelta por Astorga y disfrutar de su patrimonio histórico-artístico. 
Fue fundada en época de Augusto en el 14 ac como campamento militar para salvaguardar la zona norte después de las guerras cántabras y como asentamiento de la Legio X Gemina.
Debido a su posición estratégica se convertirá pronto en importante nudo de comunicación que uniría La Galia desde Burdeos mediante la Via Aquitania y la Via XXV desde Emerita Augusta.
Durante la Edad Media vivió otro periodo de auge y esplendor gracias al apogeo de la peregrinación a Santiago. 
La cuidad fue durante siglos sede episcopal, de ahí la riqueza de su patrimonio religioso destacando la Catedral de Santa María cuya construcción comenzó a finales del S.XV y el famoso Palacio Arzobispal comisionado por el obispo catalán Grau Vallespinós a Antoni Gaudí en 1889. 





Ha sido una experiencia inolvidable, con bastantes momentos de penuria pero, ¿Quién dijo que la larga distancia es fácil?

lunes, 27 de julio de 2020

La Era del Corzo (Accidente y confinamiento)

Cuando tomamos las uvas el 31 de Diciembre, no podíamos imaginar como se iba a presentar el nuevo año. Lo he denominado "La Era del Corzo"

La población de corzos, mermada a una tercera parte por la «larva ...

La PBP estaba ya superada y tenía ganas de empezar la nueva temporada de larga distancia.

Me había inscrito en la CARSAN, un Super Brevet que organizan los Randonneurs de Murcia desde Carava a Santiago de Compostela. Es también un 1200 y bastante duro, pero quería probarme para saber si realmente valgo para esta distancia. Aquí tengo fácil escapatoria para volver a casa en caso de necesidad :-)

Así pues, empecé a entrenar y mi intención era hacer todos los Brevets posibles para llegar a Agosto en óptimas condiciones.

El fin de semana del 8 de Febrero, nos fuimos con la furgo a Atienza para hacer una rutilla por nuestra querida Guadalajara. A final de mes teníamos el primer 200 de Atienza y nos apetecía abrir el melón por la zona.

Salimos de Atienza sobre las 10.00 am con el ánimo de hacer una ruta circular en torno a los pueblos cercanos al Alto Rey.

Llevábamos recorridos 30 km y rodábamos por una preciosa carreterita entre Villares de Jadraque y Zarzuela de Jadraque. Es el típico terreno de la Sierra de Guadalajara, con tramos de descensos hasta los ríos o arroyos, para en seguida picar hacia arriba.
Este tramo, era una bajada de unos dos Km que desciende hasta el arroyo de los Chozos, e inmediatamente después se vislumbraba una subida que serpenteaba para recuperar los metros perdidos.



Iba a unos 50Km/h en la bajada cuando de repente, veo salir un corzo por la parte izquierda de la carretera y en décimas de segundo impacté de lleno con él. Solo tuve tiempo de verlo, no pude hacer nada por evitar el golpe. Noté un gran impacto y lo siguiente a Iñigo preguntándome si me podía mover a lo que le dije que no, que no podía mover ni el brazo ni la pierna izquierda.
Al parecer le pregunté a Iñigo si estaba soñando y me dijo que no, que me había caído. Yo no recordaba nada, y por lo visto me tiré casi una hora preguntando que cómo me había caído. tenía una información en la cabeza pero no lograba acordarme de lo que había pasado. Fue en la ambulancia, cuando me relajé y cerré los ojos, cuando recordé todo lo que había pasado.

Iñigo iba un poco por delante de mi y comenzó a ascender pensando que yo iba detrás. Se extrañó de que tardara tanto pero pensó que quizás hubiera parado a hacer pis, pero rápidamente le empezaron a saltar todas las alarmas, no me veía por ningún sitio. Bajó inmediatamente, dice que se notaba el pulso a mil, presentía que había pasado algo. Al final vio la luz de la bici y yo tirada a un lado de la carretera.
Adelgazó dos kilos en tres días, ¡pobrecito mío!, qué susto tan tremendo.

Como consecuencia del impacto, tuve un traumatismo craneoencefálico leve con fractura de parietal, pómulo, clavícula, dos costillas y tres fracturas más en la pelvis.
Paró una pareja de Madrid (dos auténticos angelitos) que echaron una mano a mi Iñi mientras llegaba la ambulancia y se llevaron la bici a su casa hasta que pudimos ir a por ella.

Me ingresaron 24 horas en el hospital de Guadalajara ya que tenía que quedarme en observación para controlar el pequeño hematoma que tenía en el cerebro.


El domingo 9 de febrero, me dieron de alta en el hospital y me mandaron a casa diciéndome que tenían que valorarme el brazo en mi hospital de referencia.
En Guadalajara me dijeron que no tenía nada en la pierna, lo cual me produjo una tranquilidad tremenda, pero lo cierto es que cuando intenté levantarme de la cama me fue totalmente imposible.

La primera noche en casa fue horrible, el dolor de la pierna era tremendo, amén de clavícula, costillas y abrasiones varias.

Al día siguiente, fuimos a urgencias y ya no salí del hospital en una semana.
Me confirmaron lo peor, las fracturas de la pelvis y me dijeron que había que operar la clavícula ya que había mucho desplazamiento y era imposible que se pegara sola.

No perdí el ánimo en ningún momento y he de decir que desde el principio fue consciente de la suerte que había tenido, dentro de la desgracia. Me podía haber matado.

Así pues pasé una semana en el hospital, me cuidaron de maravilla, y posteriormente me enviaron a casa para comenzar mi recuperación cuya duración rondaba los tres meses.

Para el tipo de fracturas que yo tenía, el único tratamiento era reposo absoluto. Prohibido terminantemente ejercer ningún tipo de presión en la pierna izquierda. Me esperaba un mes en silla de ruedas y con una movilidad muy reducida debido al resto de fracturas.
Me tomé la recuperación como una prueba de larga distancia e iba tachando cada día en cuanto amanecía.
Al cabo de una semana, con ayuda, empecé a poder meterme en la cama, pero con un montón de almohadas para estar lo más incorporada posible.
Aunque la rehabilitación es lenta, podía notar que cada semana conseguía ir avanzando y poder hacer cosas que días antes hubieran sido impensables.

A mediados de marzo, tenía revisión y debía empezar la rehabilitación del brazo, pero como todos sabemos, comenzó la crisis del COVID 19 y nos confinaron a todos. Cancelaron todo tipo de pruebas y por supuesto, la rehabilitación.

Tuve suerte que justo el 11 de Marzo había ido al trauma y me dijo que podía empezar a levantarme un poco de la silla de ruedas. Así  que a partir de entonces empecé a tener una medio calidadad de vida que el el último mes, había perdido totalmente.

Haber pasado un mes en silla de ruedas me hizo pensar mucho sobre dependencia y accesibilidad en las ciudades. Es tremendo por lo que tienen que pasar muchas personas todos los días de su vida.

Mención especial a mi Iñigo, que me cuidó como nadie y siempre con una sonrisa y con energía positiva. Es un txapeldun en bici y un súper txapeldun en la vida.

Cuando me quité el cabestrillo, el brazo estaba totalmente atrofiado. El movimiento estaba reducido a un 25%. Cosas tales como hacerme una coleta o abrocharme el sujetador eran ciencia a ficción.

El brazo me lo rehabilité yo sola, a base de videos y sentido común.
Poco a poco iba consiguiendo recuperar la movilidad perdida.

En cuanto a la pierna, estuve unos días aprendiendo literalmente a andar. Al principio parecía la muñeca de Famosa y solo conseguía andar escasos metros arrastrando los pies.
Poco a poco, primero sujetándome mucho en todos los muebles de la casa y con bastante cojera, dejé atrás la silla de ruedas y empecé a ser yo misma de nuevo.
Mi primera ducha sin ayuda fue una auténtica gozada, pero tuvieron que pasar todavía un par de semanas para poder hacerlo yo sola.
El dolor de la pierna y sobre todo poder aguantar sentada sin dolor mucho tiempo, tardó en llegar, pero poco a poco iba encontrándome mucho mejor.
El confinamiento también me ralentizó la recuperación de la pierna, ya que tendría que haber salido a caminar poco a poco y yo solo podía hacerlo en casa, pero a pesar de ello, tuve una recuperación más rápida de lo que me habían anunciado.
Supongo que el ser deportista y sobre todo, la determinación, hacen milagros.

Ya incluso en la cama, hacía ejercicios suaves de abdomen y suelo pélvico, porque me notaba atrofiada y sentía la necesidad de empezar a utilizar los músculos.

El 12 de Abril me subí al rodillo. Hice una sesión de 31' muy suave, con el pulso por las nubes pero con una sonrisa en la cara que no se me quitó en todo el día.
Empezaba a ser la de antes, me quedaba mucho trabajo por hacer, pero no me dolía nada la pierna. Al brazo todavía le costaba llegar bien al manillar, pero en unas cuantas sesiones lo domamos bien.

Estuve el resto de Abril y todo el mes de Mayo haciendo rodillo, ejercicios de fuerza, abdomen y ya por fin, cuando nos soltaron, empecé a caminar y a salir de casa. La primera caminata supo a gloria, pero curiosamente, llegué a casa con algo de cojera, cosa que no me sucedía cuando me subía al rodillo.

Por fin, el día 30 de Mayo, salí con la bici e hice 55km que me supieron a gloria.
Igual que en mi anterior entrada comenté que la vuelta a Loudeac fue una de las experiencias más tristes encima de la bici, el día de hoy probablemente haya sido uno de los más felices.


Después de 1 semana hospitalizada, 1 mes en silla de ruedas prácticamente dependiente para todo, otro mes recuperando movilidad y por último tres semanas recuperando paulatinamente la forma física, el 30 de Mayo estaba encima de mi bici para sorpresa de mucha gente.
No me ha quedado ni una secuela, salvo la placa del brazo que me molesta un poco y acabaré quitándomela, pero de momento ahí se queda.

Desde que retomé la bici el día 30 de Mayo, he seguido saliendo regularmente, haciendo rutas más o menos intensas y con muy buenas sensaciones.
Hemos estado unos días de vacaciones y hemos hecho rutas en Pirineos y en Macizo central francés y me he encontrado estupendamente.
La larga distancia tendrá que esperar un poco más, pero lo iremos retomando gradualmente.

Ahora lo que deseo es que se solucione lo antes posible el desastre del COVID y podamos recuperar nuestras vidas plenamente.

¡SALUD Y BUENAS PEDALADAS PARA TODOS!


domingo, 26 de julio de 2020

París Brest París 2019 (Aventuras y desventuras ciclistas y otras malas hierbas)

Hacía tanto tiempo que no pasaba por aquí, que me he asombrado de que la última entrada date de junio de 2018, y que ésta sea el Madrid-Comillas.
Al releer la crónica de este brevet me he dado cuenta del veneno que es la larga distancia y por qué se hacen a veces tantas locuras.

La de hoy, va de eso, de locuras que nos mantienen vivos y en forma, pero sobre todo va del cariño que le tengo a este deporte y en parte, es también, una deuda con mis  amigos David Manzanilla y Joserra Hervás, que durante todo este tiempo me han pedido que contara mis aventuras y desventuras de 2019 y parte del 20.

Han pasado muchas cosas desde aquel Comillas, y como no podía ser de otra manera, me centraré en los acontecimientos más relevantes, que han sido muy variados y más pintorescos de lo que me hubiese gustado.

PARÍS-BREST-PARÍS 2019

La PBP es la prueba más antigua y una de las más exigentes de la larga distancia. Se podría catalogar como la Olimpiada de la modalidad ya que se solo se organiza cada 4 años.

Hay que realizar un recorrido de 1200 km que transcurre desde París a Brest y vuelta. Hay que realizar la prueba en un máximo de 90 horas.

Para participar es imprescindible homologar la serie de brevets de 200, 300, 400 y 600 km en el mismo año.

Las plazas son limitadas y la demanda es fabulosa. Se abren las inscripciones por fases, optando a la primera aquellas personas que hayan homologado un 1000 el año anterior.
La segunda fase de inscripciones se abre para todos los que tengan en su poder un 600 (aquí se pudo inscribir Iñigo), la tercera se abre para los que tengan un 400 (aquí me pude inscribir yo) y así sucesivamente con el 300 y el 200.

Obviamente, las posibilidades se van reduciendo y dejarlo para el final es muy arriesgado.

Los organizadores de la mítica prueba es el Audax Club Parisien. Merecería un capítulo aparte hablar de semejante organización. Impecable a todos los niveles.

Una vez explicado someramente lo que es la prueba y los requisitos que se exigen, voy a detenerme en como intenté prepararme para, primero lograr las homologaciones y segundo, para llegar a la PBP lo más preparada posible.

Empecé el año de fábula, me hice primero dos 200:

Ambos organizados por GDC Pueblo Nuevo 

Acabé los dos con muy buenas sensaciones y en una forma estupenda.

A continuación me lancé a por otros dos 300:

En éste, pagué la primera parte que fue muy rápida y luego acabé muy apajarada.


Después, me tiré a la piscina con el 300 de La Quesera organizado de manera impecable por CC Chamartín.


Este brevet es tan bonito como duro. Me dio una pájara subiendo Navafría que me hicieron saltar las alarmas, pero en Lozoya me avituallé bien y conseguí superar la última dificultad montañosa (Canencia Norte) y bajar a Madrid con un fantástico viento a favor.
Desde Riaza hasta la meta fue con dos comañeros de lujo Nacho y Borja. La verdad es que fue un brevet del que guardo un cariño especial y una gran satisfacción por haberlo terminado.
El recorrido es espectacular transcurriendo por la Sierra Norte de Guadalajara y pasando por localidades como Tamajón, Riaza y Pedraza. Se suben el puerto de La Quesera, Navafría norte y Canencia Norte.

Ahora empieza ya la larga distancia, tenemos que homologar el 400.
También me lancé con dos:

Primero hice el 400 de Loeches de Pueblo Nuevo


Sufrí muchísimo con el frío, fue una noche durísima, no había manera de entrar en calor. La llegada a Cuenca rodando paralelos al río, fue mortal. Era la época de Juego de Tronos, y de verdad que parecía que estábamos más allá del muro.

Por suerte, una vez que amaneció, tuvimos un día estupendo y pudimos pedalear felices.

En el lapso de tiempo entre estos dos brevets, murió mi padre, y al parón físico lógico se unió un desgaste emocional tremendo que posteriormente me pasó factura.

Estuve dudando si hacer el Comillas pero pensé que me vendría bien hacer esta prueba a la que tanto cariño tengo.
Al final me lancé sin haber andado mucho en bici en las últimas semanas y conseguimos el objetivo.

También pasamos muchísimo frío, especialmente en la bajada de la Palombera, que al frío añadimos una niebla espesísima.
Me hice con ella, pero al cabo de una semana comencé con un catarro tremendo que fue el comienzo de mi calvario de lesiones.


Solo me faltaba homologar el 600. Teníamos pensado hacer el de Salamanca pero tanto Iñigo como yo estábamos enfermos y no pudimos presentarnos.

Quedaban dos opciones, el de Pueblo Nuevo o el de Chamartín, que tenía ya una fecha muy justa.

La semana previa al 600 de Pueblo Nuevo, estuve con una fiebre tremenda y una tos seca que no me dejaba vivir (con estos síntomas a día de hoy, me hubieran confinado). Iñigo me dijo que esperara al de Chamartín, pero pensé que iba a probar con éste y no perder una oportunidad.
Así pues,me planto en Algete para hacer mi primer 600.


Fue un sufrimiento sin paliativos, la tos no se iba y yo creo que del propio esfuerzo me había vuelto la fiebre.
Pensé que al tran-tran y parando para descansar unas horas iría bien, pero cuando llevaba unos 300 Km, mis piernas empezaron a flaquear. Sentía un dolor que no reconocía, era con si las piernas se rompieran por dentro.
(Según lo escribo, me sigo cabreando conmigo misma por ser tan bruta)
Pensé que con unas horas de descanso se pasaría, pero cuando me metí en la cama del hotel de soria, el dolor no paraba. No podía ni darme la vuelta en la cama.
Al cabo de unas horas, nos levantamos y continuamos la ruta, las piernas no me daban tregua.
Iñigo me dijo que cogiera un tren en Siguenza, pero pensé que poco a poco podría terminar.
Y al final terminé pero lejos de sentirme orgullosa de esta "hazaña", me siento una gran irresponsable.
Acabé con una necrosis muscular que podría haber tenido consecuencias tremendas.
Al día siguiente, me levanté con las piernas como si fuera un elefante y tenía muchos pequeños cardenales por las zonas dónde me dolía cuando pedaleaba.
Me fui a mi fisio dos días después porque las piernas seguían hinchadísimas.
Cuando me vio se echó las manos a la cabeza y dijo que me fuera a urgencias inmediatamente.
Me hizo un masaje de drenaje y salí con las piernas como nuevas. Al haber pasado ya varios días, dimos por hecho de que ya no me iba a pasar nada, pero atención a navegantes, si alguna vez tenéis algún sintóma parecido, hay que parar inmediatamente.

Estuve sin poder tocar la bici varias semanas, porque también me lesioné la rodilla. Fue una inflamación del tendón, pero me tuvo en el dique seco al menos tres semanas y con la PBP llamando a la puerta.

Al final, me recuperé muy bien, pero tantos parones cortaron mi entrenamiento y sabía que no iba en las mejores condiciones para la prueba.

Planeamos las vacaciones para que la PBP fuera el colofón a las mismas. Hicimos por nuestras cuenta un par de brevets de 200 por Francia, de este modo podía poner a prueba las piernas en rutas un poco más largas, pero sin machacarme demasiado. transcurre
La primera que hicimos transcurre por el Valle del Lot y Cahors, con un terreno suave de paisajes verdes y conocido por sus viñedos. Tuvimos bastante calor pero acabé con buenas sensaciones.  Primera prueba superada.

La segunda ruta que elegimos fue el brevet 200 de Angers, que transcurre en parte por el Loira.
Es de las características a la anterior. Terreno suave para terminar de preparar las piernas.

Mi PBP- Llegó el momento de la verdad.



Aquí os voy a contar mi experiencia de la que mantengo sentimientos encontrados.
Es sin duda el acontecimiento más impresionante en el que he participado. Una auténtica fiesta del ciclismo, pero no pudo ser.

Llegamos a Rambouillet (Salida y meta) dos días antes de la prueba. Reservamos plaza para la furgo en meta y la verdad es que fue una auténtica gozada porque nos permitió estar en el centro de toda la actividad y disfrutar de la previa.

El ambiente es impresionante, gentes de todos los continentes, bicis de todo tipo, desde bicis tope gama, clásicas, bolidillos (que son una auténtica preciosidad) hasta bicis de ruedas extra gordas.



Te podías quedar horas y horas viendo bicicletas.
Los dos días previos a la salida no paró de diluviar, según las predicciones pararía justo para el día de la salida por la tarde, pero lo sí que es cierto que deslució mucho los prolegómenos.

El día anterior, hay que recoger dorsal y hacer el chequeo de la bici. Comprueban que todo esté en orden y sobre todo, prueban las luces tanto delantera como trasera.




La organización es impresionante. Una vez que formalizas la inscripción, eliges la franja horaria para recoger el dorsal y para hacer el "bike check".
También has de elegir el horario de salida. Creo recordar, que los primeros salían a las 16:00 h, nosotros elegimos las 18:30.
Una vez que finalizamos con los trámites, nos fuimos a tomar un "boul de sidre". Por supuesto, nos encontramos con todos los amigos de la larga de distancia, estábamos todos, pero la gente estaba muy dispersa en diferentes zonas, ya que en Rambouillet es prácticamente imposible encontrar alojamiento.

18 de Agosto de 2019

Y llegó el gran día. Amaneció lloviendo, pero si las previsiones no fallaban iría remitiendo paulatinamente a lo largo de la mañana y así fue.
Los primeros participantes salieron con el cielo prácticamente despejado y el suelo totalmente seco.

Dedicamos el día a preparar las bicis y a chequear todo el material. A continuación podéis ver mi checklist:

ROPA BICIBICI Y OTROSBOTIQUIN e HIGIENE PERSONALGADGETS
CulotteBidonesAntiinflamatoriosMóvil
PerfettoApidura traseras Antihistamínicos Wahoo
Guantes cortos/largos Apidura cuadroVaselina para rozadurasGPS
ManguitosHerramientasToallitas húmedasPowerbank
ChalecoCamarasPasta y cepillo dientes
Enchufe USB
CascoPatilla de cambioKlinex Pilas
ImpermeableLlave carbonoApósitosBaterías
PernerasLuces biciTapones oídosCargador bici
Gafas brevetsMini candadoCrema solar
Boli
Manta supervivencia

Dinero y tarjetas



Documentación


Una vez que tuvimos todo en orden, ya solo que daba esperar.
Pudimos ver la salida desde la A hasta la K que éramos nosotros.
Los nervios se incrementaban a medida que se acercaba la hora, en esos momentos me hubiera gustado salir de las primeras, así te quitas esa horrible espera.

18 de Agosto 18:30 Salida- Nervios, expectación, necesitaba empezar a dar pedales.

Tardamos una buena media hora en salir del recinto, una vez fuera empecé a sentir la emoción de formar parte de aquella locura. Miles de ciclistas y cientos de personas animando a cada paso.




La rutina de la prueba es muy sencilla, dar pedales y llegar al siguiente control.
Existen controles dónde hay que sellar y certificar el paso, ya que también se controla el tiempo de llegada a los mismos. Si llegas fuera de tiempo a un control, quedas inmediatamente descalificado.

En dichos controles existen zonas de avituallamiento y descanso, suelen ser polideportivos o institutos y están abiertos las 24 horas y atendidos por voluntarios.
Me habían aconsejado que reservara por lo menos un par de sitios para poder descansar en una cama en condiciones. Ya que vas a dormir tres horas, hacerlo lo mejor posible.

Iñigo me dijo que iría conmigo y que planificara yo los descansos.
Así pues, decidí que haríamos 521 km del tirón hasta llegar al control de Carhaix-Plouguer. Allí teníamos reservada una habitación en una casa para poder descansar unas horas.
La primera noche fue un desastre, perdimos muchísimo tiempo tanto en sellar como en avituallarnos. Perdimos unas horas preciosas de las que luego me arrepentí.
Hay 5 controles obligatorios antes de llegar hasta nuestro primer destino y parecía que íbamos a por uvas. Un auténtico desastre. Pero no éramos conscientes del tiempo que perdíamos cada vez que parábamos. Pagamos la falta de experiencia.

También, he de decir que habíamos subestimado un poco la prueba. Sobre el papel parecía todo mucho más fácil, pero la realidad te pone en tu sitio.
Pedaleamos con viento en contra prácticamente hasta Brest y aunque no hay grandes subidas, te enfrentas a un terreno rompepiernas y bastante pestoso durante muchos km.
Vamos, que no da tregua y como no espabiles en los controles te vas comiendo el tiempo.
Ya en la primera noche, veíamos gente tirada en las cunetas durmiendo. si no aguantas ni la primera noche, vas mal para este tipo de pruebas. Por lo visto, la mayoría de los asiáticos se retiran la primera noche.


19 de Agosto

Pasamos todo el día pedaleando, yo iba disfrutando y parando de vez en cuando a tomar un café o algún zumo que ponían la gente fuera de sus casas. Otra cosa que no debí haber hecho, pero les hacía ilusión que pararas un rato y hablaras con ellos.


En la mayoría de los casos, dejaban una mesita con algo de fruta, agua y café durante toda la noche.
Mi previsiones de llegar a Carhaix sobre las 19:00 h se fueron al traste. Mi sello de control fue a las 22:40.
Decidimos que Iñigo tirara para llegar cuanto antes, ya que no queríamos llegar demasiado tarde y despertar a los dueños.

20 de Agosto 4:30 am

Salimos de Carhaix en dirección Brest, hacía un frío tremendo y con muchísima humedad. Los primeros Km transcurrieron de noche y con algo de niebla.
Ésta es la parte más montañosa de la ruta. Para llegar a Brest tienes que superar un puertecillo, no es largo ni tampoco entraña ninguna dificultad, pero ya tienes más de 500 km en las piernas.
La llegada a Brest fue espectacular, cruzando el puente en un día espectacular. Además ya sabes que tienes la mitad de la prueba en el bolsillo y te da alas.

Sellé en el control de Brest a las 9:20 y aprovechamos para desayunar.
Allí nos encontramos con varios amigos, varios de cuales se iban a retirar por lesiones.
Yo llevaba el cuello bastante cargado, pero iba genial de piernas, que después de lo que me había pasado, era lo que más me preocupaba.
La idea era llegar hasta el km 843 donde teníamos reservada otra habitación para descansar unas horas y después seguir de un tirón hasta Rambouillet.
Iba estupendamente y ahora ya éramos conscientes de que no podíamos perder tanto tiempo en los controles y que había que minimizar al máximo las paradas.
Iba feliz, con tiempo de sobra y bastante bien de fuerza. Lo único que me estaba fastidiando era el cuello, que empezaba a martirizarme un poco.
En el siguiente control, decidí tomarme un enantyum, aunque soy muy reacia a tomar este tipo de medicamentos, la PBP bien vale un antiinflamatorio.
Parece que hice efecto y milagrosamente me calmó muchísimo el dolor.
Estaba feliz, el cuello ya no me dolía y las piernas iban genial.

 
En el km 760 aprox. empecé a notar que algo no iba bien. No sabía que era pero me sentía rara.
Notaba algo extraño en el cuello, pero curiosamente ya no me dolía.
Paré, hice unos ejercicios de estiramiento de cuello y continué la marcha. Me seguía notando como que el cuello no sujetaba la cabeza.
Tardé en darme cuenta, pero fue en un stop, cuando intenté levantar la cabeza para ver si venían coches, y es cuando supe que no podía levantarla.
La sensación es inexplicable, me entró terror. Pensé que me había quedado paralizada.
Me detuve unos minutos y el cuello parecía que se movía perfectamente, así que continué la marcha. Cuando iba en bajada, no notaba nada, pero en el momento que comenzaba la más leve subida, el cuello se quedaba inmóvil, era como si la musculatura del cuello se hubiera rebelado y me dijera, no quiero trabajar para ti.

Fue horrible y peligroso, porque cada vez que había un cruce, rotonda o similar, tenía que sujetarme la cabeza con la mano para poder levantar la mirada.

Iñigo iba por delante, así que le llamé y le dije que no me encontraba bien, que no podía dar dos pedaladas seguidas sin que se me cayera la cabeza. Empecé a ser consciente de que el crono iba en mi contra, a esa velocidad no llegaría a tiempo al siguiente control.
Me vino a la cabeza el "Saturno devorando a su hijo" de Goya. Cronos gobernando el curso del tiempo y yo siendo devorada por él.
Tenía que descansar y ver si se me pasaba para poder seguir, de lo contrario tendría que retirarme.

Así que llegué como pude al control de Loudeac (Km 783) y decidí descansar un poco.
Le dije a Iñigo que continuara pero obviamente se negó en rotundo a dejarme sola.
Pensé que me vendría bien darme una ducha, así que nos dirigimos al pabellón para pagar por la ducha y la cama. No recuerdo bien lo que costaba, pero no creo que fueran más de dos euros.
Aquí se produjo una situación hilarante.
estaban los voluntarios en una mesa y en la parte de atrás estaban las duchas masculinas. Vamos, que según hablaba con el señor, tenía un tío en pelotas en mi campo visual.
Le pregunté si las duchas de mujeres estaban separas a lo que me respondió, que por supuesto, madame. Lo que no me dijo es que para llegar a las mismas había que atravesar el vestuario masculino y por supuesto invadiendo la intimidad del mismo. A esas alturas, ya nos daba lo mismo todo, pero reconozco que me hizo reír.
A continuación, cenamos un poco y nos metimos al catre. Hacía un frío de mil demonios, así que me cubrí con una manta que vaya usted a saber cuántas personas habrían pasado ya por ella.
Me cubrí hasta la cabeza y cuando llegaron a despertarme, el voluntario tuvo que estirar con fuerza para destaparme.

21 de Agosto 1:30 am

Salí de Loudeac confiada en que el cuello se hubiera relajado. Empecé bastante bien y pensé que había superado el problema, pero al cabo de unos cuantos km, otra vez me negaba a levantar cabeza... ¡Qué buena expresión! Sé lo que significa literalmente.
En el siguiente pueblo, tomé la decisión más dolorosa que pude, decidí retirarme.
No era de recibo continuar en esas condiciones. Iba tan despacio, que en cualquier caso, no llegaría a tiempo al siguiente control y además estaba ralentizando a Iñigo.
Le dije que continuara que yo ya me las arreglaría para volver a París. Una Randonneur que se precie, tiene que ser autosuficiente en las duras y las maduras.
Barajé la posibilidad de quedarme a dormir en algún cajero o algo así, hasta que se hiciera de día.
Vi que había unos baños públicos cubiertos, y pensé que sería un buen sitio para salir del paso.
Nada más abrir la puerta, empiezo a escuchar ronquidos y descubro que había los menos 4 personas durmiendo.
Decidí desandar mis pasos y volver al control de Loudeac y allí ya me recomendarían la mejor forma de volver a París.

Los km de vuelta a Loudeac yendo en dirección contraria a todo el mundo, han sido de las experiencias más tristes que he tenido encima de la bici. Llevaba horas y horas viendo lucecitas rojas y ahora de repente todo eran focos blancos.

Llegué al control a duras penas y con una sensación de derrota como nunca antes había sentido. Ya sé que hacerse 800 km habiendo dormido escasamente 5 horas, parece muy meritorio, pero mi destino era París y no pude alcanzarlo.

Cuando llegué al control, fui al centro de ayuda y se portaron genial. Me informaron de la estación de trenes más cercana y llamaron un taxi para llevarme hasta allí.
Llegaron un par de americanos que también habían abandonado y les conté mis planes, y que estaría encantada de compartir el taxi y así nos saldría más barato. Era una furgoneta en la que podían entrar 4 pax con sus bicis correspondientes.
Así que nos fuimos hasta St. Breuc y allí esperamos el TGV hasta París Montparnasse.
Uno de ellos era médico y le conté lo que me había pasado y me dijo, es un Síndrome de cuello de Shermer de libro. Le pasa a mucha gente en la larga distancia.

El articulo al que hago referencia es de mi fisio, lo creó gracias a mí (Jajajajaja)

El recuerdo de esta prueba sigue teniendo un sabor agridulce y todavía, aunque parezca extraño, me pone muy triste no haberla podido terminar.

Habrá otras pruebas y quien sabe, probablemente lo vuelva a intentar en 2023.
Iñiguito sí que lo consiguió... es un auténtico Txapeldun :-)